sábado, julio 04, 2009
EL MAPA DE LOS SENTIMIENTOS
Tenemos a nuestra disposición todo tipo de mapas: mapas geológicos, mapas topográficos, mapas de carreteras, mapas cartográficos, mapas mundi, urbanos, de corrientes y un larguísimo etcétera...
Pero existe un tipo de mapas que no se encuentra fácilmente, no se vende en ninguna tienda y no contiene manual de instrucciones. Está oculto en alguna región de nuestro cerebro, y a veces podemos tener una copia instalada en nuestro corazón. Me refiero al mapa de los sentimientos.
Miedo, amor, odio, cariño, alegría, desilusión, tristeza, resentimiento, decepción, exultancia... son solo algunos de los sentimientos mas comunes en el ser humano, pero que en la mayoría de los casos no somos capaces de controlar.
Y es que como podríamos controlar la pena, la tristeza o el abatimiento, como poder cambiar un sentimiento por otro, donde esta ese botón que habría que pulsar como si fuésemos ordenadores (pulsa F2 si quieres estar triste, o F5 para estar exultante).
Muchas veces los sentimientos siguen trazos paralelos, como si de un camino se tratase, el amor sigue una trayectoria a lo largo de nuestra vida por una linea recta, no se sabe de donde salió ni cual sera su ultimo destino, pero muy cerca de el y en paralelo viaja el odio, no suele notarse y pasa desapercibido, viaja a la zaga del amor y si este ultimo se descuida y elige mal su ruta, se puede meter en el carril del odio y no poder volver mas a su origen.
La alegría no lleva un camino directo, sino que va a haciendo paradas prolongadas, no es una ruta permanente, se toma su tiempo entre un destino y otro, a veces por tomarse demasiado tiempo le adelanta su archienemiga la tristeza que se encarga de acompañarnos mientras que la alegría prepara su próximo viaje.
Por otro lado tenemos la satisfacción, que suele tardar mucho en llegar, aunque hay muchas personas que nunca lo llegan a sentir del todo, siempre falta algo en su vida que impide sentirse así. En algunos casos lo llaman ambición, aunque no se puede demostrar que esto sea un verdadero sentimiento.
Según Ana Romeo, psicóloga y profesora del taller Inteligencia Emocional, en la Universidad de Verano de Guardamar, dirigir los sentimientos, modificarlos, cambiar las actitudes, es posible. Gracias a la inteligencia emocional se puede conseguir encauzar la vida hacia donde se desee.
La doctora afirma que al igual que se enriquece y trabaja el intelecto, hay una parte emocional modificable, aunque requiere de una exploración personal previa: "Se trata de explorarse interiormente para experimentar qué es la sensación de bienestar y qué es lo que provoca eso en cada persona. El ser humano cuenta con más recursos personales de los que emplea y de los que es consciente de poseer y, por medio de ellos, puede trabajar varios puntos de habilidades que considere mejorables".
La inteligencia emocional se refiere a cinco habilidades: conocimiento de emociones personales, control de las mismas, auto motivación, conocimiento de las emociones ajenas y desarrollo de habilidades sociales. Todas ellas pueden ser reorientadas, lo cual no significa que suponga un dominio personal, si no que es un enfoque diferente, una orientación hacia nuestro objetivo.
Una de las causas más frecuentes de frustración personal es el planteamiento de objetivos poco realistas y poco asequibles. Un objetivo conseguido estimula la consecución del siguiente, un objetivo no conseguido e importante para la persona, conduce a la frustración y la baja autoestima.
Se podría decir entonces que la inteligencia emocional es el uso inteligente de las emociones: de forma intencional hacemos que las emociones trabajen para nosotros. El progreso en el trabajo no depende tanto de cómo se utilice la capacidad intelectual, si no de "cómo controle sus emociones", explicó Ana Romeo.
Como seres humanos, algunos de ellos racionales, no tenemos a nuestro alcance el poder alterar los sentimientos, aunque podemos intentar cambiarlos o modificarlos ligeramente. Como explicaba, del amor al odio hay un paso, igual que de la alegría a la tristeza, pero en ocasiones con una gesto, con una conversación, con una reflexión podemos matizar ese sentimiento. A eso se le puede llamar desahogo. Se puede pasar de la decepción, la culpa, el desasosiego... a la euforia desmedida con tan solo una acción.
En ocasiones nos preguntamos por qué somos así, por qué y aunque solo sea por unas horas no podríamos dejar de sentir (en la mayoría de los casos cuando es un sentimiento perjudicial), sentirnos menos humanos, tomarnos todo a la ligera y que no nos importase nada, pero eso quizás es lo que nos diferencia de los otros animales o de las maquinas.
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